En aquellos territorios en los que existan cotos de caza y que tengan un Plan Técnico de Caza aprobado. A su vez, dentro de los cotos hay zonas en las que no se puede cazar porque hay que guardar una distancia de seguridad con caminos, vías férreas, vías pecuarias, ríos, núcleos urbanos, etc.

Dónde se puede practicar la caza en España

Es una superficie continua de terreno en el que, de forma expresa, se autoriza la práctica de la caza según la normativa vigente. En todos los cotos existe un «titular cinegético», que es quien tiene los derechos para ejercer la caza, y que, a su vez, asume todas las responsabilidades que marca la normativa.

La superficie mínima para declarar un coto varía entre Comunidades Autónomas y las especies a cazar, pero en la Península suele estar en 250 hectáreas.

Se puede saber fácilmente si estamos en un coto de caza porque todos ellos están señalizados con unas tablillas (normalmente de color blanco y negro), en las que también se indica la matrícula (número o código que tiene asignado). Además, pueden existir señalizaciones a mayores, como para indicar una zona de reserva.

Cerca del 90 % del territorio, unas 44 millones de hectáreas, está declarado como coto de caza en España. Es decir, que salvo la superficie urbana y zonas industriales, la práctica totalidad del territorio es coto de caza. La mayor extensión se concentra en Castilla y León, Castilla-La Mancha y Andalucía. Hay alrededor de 32.000 cotos de caza, estando el 80 % de ellos clasificados como «cotos privados de caza», seguidos de cotos deportivos, cotos sociales y otros tipos.

Las comunidades autónomas, que tienen transferidas las competencias de caza de la Administración General del Estado.

Sí. Todas las comunidades autónomas tienen leyes y reglamentos de caza y, de forma anual y en función de la situación de las especies cinegéticas, se desarrolla una orden anual de vedas que regule los períodos hábiles para cada especie.

Orden de veda

Es el instrumento de gestión para los cotos de caza y su objetivo es asegurar el aprovechamiento ordenado y sostenible de las especies cinegéticas. Es elaborado por un técnico y reconocido por la administración competente y suele tener una vigencia de 4 o 5 años. Entre otros, este plan regula modalidades y especies cinegéticas, zonas de reserva y cupos de caza (número máximo de piezas a cazar’.

Plan técnico de caza

Sí, cuando no exista un Plan Técnico aprobado, cuando no se cumpla dicho plan o cuando la administración decida no autorizar la práctica de la caza por diferentes motivos.

El coto privado es el tipo de coto más extendido en España, abarcando aproximadamente 30 millones de hectáreas. Estos cotos, con o sin ánimo de lucro, pueden ser constituidos por uno o varios propietarios de terrenos cinegéticos, o bien por titulares o personas que tienen el derecho de aprovechamiento de la caza. El coto deportivo se corresponde con cotos en los que la caza tiene un fin exclusivamente social y deportivo (no comercial), en las reservas, refugios y zonas de caza controlada, son terrenos que tienen un régimen «especial» para practicar la caza.

Es una especie animal sobre la que se puede ejercer una acción de caza. Las administraciones competentes, incluida la Comisión Europea, realizan listados para concretar las especies que se pueden cazar y las que no.

Especies de caza

Porque solo ciertas especies tienen un comportamiento concreto para desarrollar un lance cinegético, en el que el cazador espera, busca, rastrea, levanta y, en su caso, captura la pieza de caza. Además, se requiere que el estado de conservación de estas especies sea favorable, tanto a nivel nacional como internacional (como sucede en las especies migratorias). Por otra parte, también hay especies que se cazan para controlar sus poblaciones y que no supongan un problema de salud pública y animal.

Sí, todas las especies de caza están protegidas, dado que solo se pueden cazar en unos períodos concretos, mediante métodos autorizados y en función del estado de sus poblaciones.

Son los dos grupos principales de especies cinegéticas. Como su nombre indica, en la caza mayor están animales de mayor tamaño, como el ciervo, jabalí, corzo, gamo, cabra montés, lobo (al norte del Duero *) arruí, boc balear, rebeco/sarrio y muflón. Y en la caza menor se encuentran especies de menor talla, incluyendo aves (perdiz, palomas y tórtolas, codornices, zorzales, patos, becada, etc.), y mamíferos (conejo, liebre y zorro).

Caza mayor y menor en España

*Este material, extraído del manual 50 preguntas y respuestas sobre la caza en España, se redactó antes de la inclusión del lobo en el Listado de Especies Silvestres en Régimen de Protección. Desde 2022 está prohibida la caza del lobo, incluso en el norte del Duero.

En los últimos años se han venido en torno a 500.000 a 700.000 piezas de caza mayor (principalmente jabalí y ciervo) y unos 20 millones de menor (destacando zorzales, conejo, perdiz y palomas). Las capturas de caza mayor se han duplicado en los últimos años.

Es la probabilidad de que una especie concreta siga existiendo, tanto a corto como medio y largo plazo. Por eso se habla de especies que tienen un estado de conservación favorable o desfavorable, siendo en estas últimas necesario tomar medidas para evitar su disminución o desaparición.

Las especies se pueden ver beneficiadas o perjudicadas por los cambios que se producen en el medio ambiente (en muchos casos por la mano del hombre), como el incremento de la superficie forestal, la intensificación de los cultivos o el cambio climático. Además, unas tienen mayor capacidad que otras para adaptarse a estos cambios. Los casos más claros son la expansión del jabalí en toda España y la disminución de especies como la perdiz roja o la tórtola común. La caza puede beneficiar o perjudicar a ciertas especies, de ahí la importancia de plantear una gestión y caza sostenible.

¿Puede un coto de caza dejar de serlo?

Porque en muchas ocasiones es necesario realizar repoblaciones para recuperar una especie en un territorio concreto y también para garantizar que exista un número suficiente de animales para cazar. Las repoblaciones de conejo y perdiz son excelentes herramientas de conservación, dado que sirven de alimento a depredadores (lince y/o rapaces). Hay otras granjas que crían especies cinegéticas para aprovechar su carne, huevos u otros recursos.

Existen alrededor de 750.000 licencias de caza en España y, posiblemente, existan alrededor de un millón de cazadores. Andalucía, Castilla y León y Castilla-La Mancha son los territorios en los que se emiten alrededor del 50 % de las licencias, pero hay cazadores en todas las comunidades autónomas.

Existe una licencia interautonómica de caza, a la que se han sumado Aragón, Asturias, Castilla y León, Comunidad Valenciana, Extremadura, Galicia, Comunidad de Madrid y Región de Murcia. Por un precio de 70 € se puede ejercer la actividad cinegética en todas ellas.

Existen unas 750.000 licencias de caza en toda España

18 años, aunque también se puede obtener una licencia especial (AEM) a partir de los 14 años (con excepciones en función de las comunidades autónomas). En este caso, es necesario cazar bajo la supervisión de un mayor de edad hasta que se alcance esta condición. Los menores de edad pueden acompañar a los adultos en la práctica de la caza, figura que se conoce coloquialmente como «morralero».

Edad a la que está permitida obtener la licencia de caza en España

Los requisitos fundamentales son:

  • Haber superado el examen del cazador, obligatorio en la mayoría de las comunidades autónomas cuando se solicita la licencia de caza por primera vez.
  • Tener un seguro obligatorio de responsabilidad civil del cazador. No se puede practicar la caza sin este seguro.
  • No estar inhabilitado para el ejercicio de la caza.
  • Tener una licencia de armas, para lo que es imprescindible haber superado un examen teórico y práctico cuando se solicita la primera vez, recayendo la competencia de estos exámenes en el Ministerio del Interior. No se necesita licencia de armas para modalidades de caza que no implican la utilización de un arma de fuego (caza con arcos, perros y cetrería).
  • Contar con un permiso expreso del titular de coto (sea privado o de otro tipo) para practicar la caza en dicho acotado.
  • Poseer una licencia de caza, personal e intransferible. La licencia puede ser válida para una o varias comunidades autónomas (como la licencia interautonómica), y permite la práctica de la caza en los cotos comprendidos en sus territorios.

Requisitos para cazar en España

A grandes rasgos, el cazador español es un varón mayor de 45 años, que trabaja por cuenta ajena, con estudios medios y superiores y que practica tanto la caza mayor como menor.

Perfil del cazador en España

La veda es el periodo de tiempo durante el que no se puede cazar una o varias especies, mientras que la desveda, periodo hábil o temporada cinegética es cuando sí se puede.

periodo de veda de caza en España

Las administraciones competentes (comunidades autónomas, cabildos insulares y diputaciones forales) a través de la orden anual de vedas, que indica las especies cinegéticas, modalidades, periodos hábiles, cupos y particularidades a tener en cuenta en cada territorio.

Quién regula la veda y la caza en España

Es la manera en la que se practica la caza de una o varias especies. A unas se las espera en un determinado lugar, a otras se las busca y rastrea, se levantan con ayuda de ojeadores y perros y, finalmente, se las intenta capturar o abatir, siendo posible que se puedan practicar varias modalidades de caza para una misma especie.

Por las lógicas variaciones en el comportamiento de las especies y el hábitat en el que se encuentran, dado que unas vuelan, otras corren, unas se esconden con gran habilidad o se encuentran en lugares poco accesibles, etc.

La caza de perdices, conejos y liebres en mano o al salto es, posiblemente, la más popular y consiste en que uno o varios cazadores recorren un terreno intentando levantar las especies con la ayuda de perros de caza (y también otras especies como la becada). Pero también tenemos caza en ojeo de perdiz y en puesto «fijo» de palomas, tórtolas, zorzales y patos. Y además contamos con modalidades muy particulares como el conejo con hurón y podenco, la caza de liebre con galgo y otras con un gran arraigo cultural, como la perdiz con reclamo o la cetrería, esta última declarada por la UNESCO como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad.

Modalidades de caza menor en España

Por un lado tenemos las monterías, batidas y ganchos para cazar principalmente jabalíes, ciervos, gamos y muflones. Los cazadores se sitúan en puestos fijos y varios grupos de perros (denominados rehalas o recovas) que, acompañados de los rehaleros y perreros, intentan dirigir a las especies de caza hacia los cazadores. La montería y la rehala han sido declaradas como Bien de Interés Cultural (BIC) en Andalucía (*). También hay que mencionar la ronda al jabalí y el lanceo, en la que se utilizan caballos.

Por el otro, tendríamos la caza a rececho, que consiste en que el cazador busca y rastrea una especie de caza (como el ciervo, corzo, arrui, rebeco o sarrio y cabra montés), aproximándose de forma sigilosa.

Por último, tendríamos la caza «en espera o aguardo» que, como su nombre indica, consiste en esperar al animar en un lugar concreto. En el caso del jabalí, estos aguardos se autorizan por la noche, dado el comportamiento nocturno de la especie.

(*) En el momento de la redacción del manual de 50 preguntas y respuestas sobre la caza, solo Andalucía contaba con la declaración como BIC de la montería y la rehala. En junio de 2022, Extremadura también declaró Bien de Interés Cultural la montería y la rehala.

En la caza menor se utilizan escopetas (armas lisas) que disparan cartuchos de perdigones, mientras que en la caza mayor predominan los rifles (armas rayadas), disparándose balas. Existen distintos diámetros del cañón de las armas, lo que conocemos como calibres.

armas y municiones que se utilizan en la caza en España

Además de las armas de fuego, en España puede practicarse la caza con arco. En la caza mayor, los rehaleros y cazadores están provistos de cuchillos para rematar los animales heridos.

La autorización de estas armas está regulada por las comunidade autónomas, por lo que pueden existir variaciones.

En la caza mayor, los rehaleros y cazadores están provistos de cuchillos para rematar a animales heridos.

Porque sin su asistencia, ciertas modalidades de caza no existirían. De hecho, la evolución de la caza a lo largo de miles de años ha estado muy vinculada al proceso de domesticación del perro y a la selección de razas que el ser humano ha realizado. En el mundo hay casi 350 razas de perros reconocidas. En España, existen entre 7 y 8 millones de perros, de los que alrededor de 500.000 participan en la práctica de la caza. En España, contamos con varias razas de perros de caza: Perdiguero de Burgos, Sabueso español, Podenco Canario, Podenco Ibicenco, Perro de Aguas, Galgo Español, Pachón Navarro y, muy recientemente, la raza Valdueza (entre otras).

Uso de perros de caza en España

Una rehala o recova es un grupo de perros que se utiliza en la caza mayor, en las modalidades de montería y gancho. El número de perros por rehala varía en función del tipo de caza y la comunidad autónoma. Por ejemplo, en las monterías del sur Peninsular, un rehalero suele ir acompañado de unos 15 – 25 perros, que van batiendo un territorio concreto. Cada rehala se compone a su vez de distintas razas de perros, unos para localizar a las piezas y levantarlas, y otros para agarrarlas. Por lo general se habla de «colleras», dado que los perros se organizan por parejas.

Sí, se utilizan perdices rojas y palomas torcaces como reclamo, así como hurones para la caza del conejo y aves de presa para la modalidad de cetrería.

Por una parte existen guardas rurales y de caza, así como vigilantes de cotos que velan por el cumplimiento de la normativa y, por otro, agentes de la autoridad, como los agentes de medio ambiente (conocidos también como agentes forestales), el SEPRONA (Servicio de Protección del Medio Ambiente de la Guardia Civil) y otros agentes de la autoridad en función de las comunidades autónomas.

Cómo se comprueba que la práctica de la caza cumple la normativa vigente

La autoridad competente puede requerir al cazador mostrar las piezas de caza para comprobar que ha cumplido con los cupos fijados por la administración o por el propio coto. En la mayoría de especies de caza mayor es necesario poner un precinto a la pieza que la identifica de forma individual tras su captura, sobre todo en las capturas a rececho. De no hacerlo, se comete una ilegalidad.

Por otra parte, existe normativa para la inspección y control de carne de caza, realizada por veterinarios y que garantiza la seguridad alimentaria de los consumidores de carne de caza.

Precinto de caza

El norteamericano Aldo Leopold (1887 – 1948), padre de esta disciplina científica, la definió como «el arte de producir cada año caza silvestre de forma sostenible para su uso recreativo».

Aunque las actividades varían en función de las especies y los espacios a gestionar, las más importantes son:

  • Manejo de los hábitats: para proporcionar refugio, alimento y agua a la fauna silvestre. Esto conlleva actividades como la limpieza de monte, la creación de siembras y colocación de bebederos y comederos.
  • Control de poblaciones: incluyendo depredadores oportunistas, especies exóticas e invasoras y animales asilvestrados. Ciertas especies pueden ocasionar cuantiosos daños a los cultivos, a la biodiversidad, transmitir enfermedades al ganado y a las personas, así como provocar accidentes de tráfico con incluso pérdida de vidas humanas.
  • Control sanitario de las especies cinegéticas: tanto en enfermedades que afectan a las especies, como aquellas que son compartidas con el hombre, zoonosis.
  • Guardería: una labor para garantizar la tranquilidad de los animales y evitar atentados contra las especies y el medio ambiente (incluyendo los métodos ilegales), y también vigilancia pasiva, siendo los guardas, vigilantes, cazadores y gestores «centinelas» para detectar enfermedades en las especies de caza.
  • Monitorización de las poblaciones: con la que los cazadores contribuyen al estudio de la distribución y densidades de especies cinegéticas y no cinegéticas. Esta actividad permite conocer el estado de las poblaciones y regular su actividad cinegética en la normativa que regula la caza.

Medidas de gestión en cotos de caza

Así es, los cotos contribuyen a la recuperación de especies en peligro (como el lince ibérico y las grandes rapaces), a través del cuidado de sus hábitats y de las presas que, en muchos casos, son piezas de caza.

Los cotos realizan prevención y extinción de incendios forestales mediante la creación de cortaderos, limpieza de monte y labores de vigilancia, y no podemos olvidar que las cientos de miles de hectáreas de bosques gestionados dentro de los cotos contribuyen a fijar CO² y frenan la desertificación, siendo el hogar de cientos de especies animales y vegetales.

Además, la caza es sustento de especies carroñeras, porque los subproductos de las piezas de caza que no son de consumo humano sustentan a especies como los buitres, alimoches y otras rapaces.

Sí, en el 2016 se calculó una inversión mínima de 285 millones de euros que los cotos costearon de su bolsillo (*)

Inversión de los cazadores en gestión cinegética en los cotos en España

(*) Datos extraídos del estudio ‘Evaluación del impacto económico y social de la caza en España (2017) de Fundación Artemisan y Deloitte Consulting.

Sí, porque es practicada por mujeres y hombres de todas las edades, procedencias y con distinto poder adquisitivo, siendo la caza «social» la más importante en cuanto al número de personas que la practican.

La caza mantiene el arraigo en el mundo rural, cada vez más vacío y abocado a desaparecer.

La caza es una actividad transversal

En 2016, el gasto en caza en España fue de 5.470 millones de euros, que generan en total 6.475 millones de euros de Producto Interior Bruto (PIB). Esto representa el 0,3 % del PIB nacional y equivale al 13 % del PIB generado por el sector agrario (*).

cuanto dinero mueve la caza en España

(*) Evaluación del impacto económico y social de la caza en España (2017) Fundación Artemisan y Deloitte Consulting.

En el 2016, la caza mantuvo en España un total de 186.758 puestos de trabajo (equivalentes a jornada completa), lo que supone el 1 % de la población activa. 141.261 fueron empleos mantenidos gracias al gasto en caza y 45.497 fueron empleos directos generados por cotos y organizadores profesionales de caza.

la caza generó 614 millones de euros de retornos fiscales para las arcas públicas, y por cada 1 € de gasto en caza, se generaron 1,18 € de contribución al PIB nacional (*).

Puestos de trabajo que mantiene o genera la caza en España

(*) Evaluación del impacto económico y social de la caza en España (2017) Fundación Artemisan y Deloitte Consulting.

Sí, porque supone un importante acervo cultural para los pueblos que la practican, existiendo declaraciones como bienes de interés cultural inmaterial de modalidades como la cetrería y se ha concedido para la montería y la rehala en Andalucia y Extremadura. Además, la caza ha sido históricamente objeto de manifestaciones artísticas de distinta índole, incluyendo literatura, pintura y escultura.

La carne de caza se reconoce como un recurso sostenible al proceder de animales en libertad y que, como se ha demostrado científicamente en la carne de ciervo, cumple con los requisitos establecidos por la legislación europea respecto a las declaraciones nutricionales: alto contenido de proteínas, zinc, vitamina B12 (cianocobalamina), bajo contenido en grasa y de sodio/sal, siendo fuente de fósforo, hierro y cobre, y de vitaminas B2 (riboflavina) y B3 (niacina).

Sus características y propiedades nutricionales particulares la hacen ser muy apreciada tanto por los cocineros como por los comensales, existiendo especialidades gastronómicas en ciertos territorios.

España es uno de los principales productores de carne de caza del mundo, con una facturación anual cercana a los 45 millones de euros. Ofrece posibilidades de crecimiento y expansión de la alta cocina en España, sector pionero a nivel internacional.

  • El primer desafío es garantizar la sostenibilidad de la gestión y caza que se practica en los cotos para, de esta forma, asegurar que no se dañe a las especies cinegéticas, a las no cinegéticas y a los territorios en los que se practica. El sector cinegético debe de ser consciente de que la importancia económica y cultural de la caza tiene que ir de la mano de la conservación. El cazador del siglo XXI tiene que asumir su papel como «cazador-conservador», con independencia de la modalidad que practique o su perfil sociodemográfico.
  • Como segundo desafío está la necesidad de que la caza se muestre sin complejos al conjunto de la sociedad, especialmente la urbana, en la que han aflorado corrientes anti-caza en las últimas décadas.
  • El tercer desafío es el necesario relevo generacional por la disminución del número de cazadores experimentado durante las últimas décadas.

Las especies de caza, los espacios en los que viven y su gestión son objeto de investigaciones a nivel nacional e internacional por parte de grupos de científicos que abordan las distintas temáticas de estudio, incluyendo biología, ecología, gestión de poblaciones, caza sostenible, sanidad, etc.

Por lo tanto, pueden tomarse decisiones basadas en la ciencia y debe de apoyarse económicamente la realización de estudios para resolver las distintas problemáticas.

Es necesario seguir trabajando de la mano de la ciencia en el cuidado de los espacios naturales, las especies de fauna y flora y en su monitorización, como único camino para poder realizar una gestión y caza sostenibles, especialmente en un contexto de grandes cambios a nivel de paisaje y clima. Es imperativo erradicar prácticas ilegales por personas que no pueden llamarse «cazadores», dado que dañan el medio ambiente y el sector cinegético en su conjunto.

Los cazadores tienen en su mano corregir buena parte de los problemas que existen, asumiendo las responsabilidades que se adquieren cuando se practica la caza y mostrando con respeto y orgullo la contribución descrita en este documento.

Es la captura de piezas de caza al margen de la ley, en ocasiones sobre especies cuyo estado de conservación es desfavorable. Aunque no existen estudios precisos, se sabe que el furtivismo causa pérdidas de gran valor ecológico y económico, siendo un problema de primer orden para muchos cotos.

El sector cinegético trabaja conjuntamente con las autoridades competentes para su persecución y erradicación.

Porque en las últimas décadas han surgido ideas y tendencias «animalistas» que abogan porque las personas y los animales tengan los mismos derechos, defendiendo por tanto que los animales no pueden ser utilizados en ningún tipo de actividad, incluyendo de producción y recreativas.

Estos movimientos se han radicalizado y, entre sus acciones, se encuentran la agresión a cazadores, el boicot de jornadas de caza y los destrozos a propiedades de agricultores, ganaderos y cazadores.

Porque a pesar de que los cotos tienen capacidad de decidir muchos aspectos de sus actividades, la administración tiene competencias en materia de caza y medio ambiente.

Se hace necesario que las autoridades visualicen a la caza por su importancia socioeconómica, pero también como uno de los escasos nichos de empleo en el medio rural. Es necesario que la administración invierta en un sector que asume prácticamente en solitario el papel de la conservación de los espacios que gestiona.

El sector cinegético debe asumir que, tan necesario es colaborar en todo lo que sea posible con la administración, como reclamar su apoyo técnico y económico para que la caza tenga futuro.

caza y administración deben trabajar de forma conjunta

«Una virtud peculiar en la ética de la fauna silvestre, es que el cazador por lo general no tiene espectadores a su alrededor que aplaudan o desaprueben su conducta. Cualesquiera que sean sus actos, los dicta su propia conciencia, más que la de los espectadores» (Aldo Leopold)

Todos los cazadores deben conocer y respetar las especies cinegéticas sobre las que se practica la caza, tratándolas con respeto y asumiendo que la caza no siempre termina con la muerte o captura del animal, es decir, que la especie a cazar debe de tener la oportunidad razonable para eludir al cazador. Este elemento es clave en el lance cinegético.

Varias organizaciones conservacionistas de ámbito mundial reconocen el papel de la caza en la gestión y uso de la fauna silvestre, caso de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (IUCN, en sus siglas en inglés) y el Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF). Además, son innumerables las instituciones públicas y privadas que apoyan que la caza sostenible pueda seguir siendo una herramienta fundamental, tanto por su contribución ambiental como económica y cultural para los pueblos que la practican.

Por lo tanto, no puede afirmarse que el mundo de la conservación rechace la caza.